Este cuento está escrito para ser usado con niños y niñas de 3 a 100 años de edad.
Por su contenido puede ser parte de una estrategia de aula o de trabajo en casa, donde se quieran abordar temas como: la importancia de las normas de educación, la empatía con quienes son diferentes, el problema de los prejuicios y el valor de ayudar a otros.
Para Reconocernos, forma parte de las estrategias de trabajo con niños y niñas, para iniciar el proceso de reflexión en estos temas que nos acercan a quienes son diferentes.
Si usted usa este cuento con sus hijos, hijas, alumnos u otros niños y niñas le agradecemos muchísimos que nos comente si resultó útil y cómo fue su experiencia ¡gracias de antemano!
El más listo
Por Adriana Ponte
Melo era el conejo más listo de
toda la granja. O al menos, eso creía él.
Estaba muy feliz de ser un
conejito gris de grandes orejas y enormes dientes.
No le gustaban los animales feos:
ni los conejos feos, ni los osos feos, ni las gallinas feas…y tenía especial
desprecio por los burros, a quienes consideraba inferiores y muy, muy, muy
brutos.
Un día Melo salió de paseo por el
bosque y, de pronto... ¡zas!
Cayó en un hoyo que había en el
suelo.
Un hoyo oscuro… feo… y que olía
fuchi fuchi.
Melo empezó a gritar: “¡Ayuda!
¡Auxilio! ¿Quién me saca de aquí?”
Pasó el loro Bartolo, camino al
pueblo, y al escuchar sus gritos preguntó:
-- ¿Quién eres y qué te pasa?
-- Soy Melo, el conejo más listo
de la granja y tienes que sacarme de
aquí - respondió Melo.
-- Voy camino al pueblo, Melo. Al
volver te saco de ahí…
Pero a Bartolo se le olvidó
rescatar a Melo cuando venía de regreso, porque a los loros se les olvidan las
cosas cuando no se las piden “por favor”
Más tarde, pasó la cabra Ignacia y
al escuchar los gritos de Melo, se acercó al hoyo
-- ¿Quién eres y qué te pasa? - preguntó
-- Soy Melo, el conejo más listo
de la granja y tienes que sacarme de aquí ¡ya! - respondió el conejo muy
alterado.
-- Voy camino al pueblo Melo - dijo
la cabra Ignacia -, al volver te saco de ahí…
Pero a Ignacia se le olvidó
rescatar a Melo porque a las cabras se les olvidan las cosas cuando no se las
piden con cariño.
El siguiente en pasar fue el burro
Ambrosio, quien al escuchar los gritos de
Melo, le preguntó:
-- ¿Quién eres y qué te pasa?
-- Soy Melo, el… el… el más listo
de la granja y tienes que sacarme de aquí… - respondió Melo, ronco y cansado de
tanto gritar.
El burro Ambrosio continuó:
-- Cuéntame cómo eres para saber
si debo traer una cuerda muy gruesa o muy finita.
-- ¡Ufff! -dijo Melo cansado y
ronquito-. Tengo grandes orejas, tengo el pelo gris, dientes enormes y soy el
más listo de la granja…
El burro Ambrosio, sorprendido, le
contestó:
-- ¡Yo también tengo grandes orejas,
tengo el pelo gris y dientes enormes!, pero no creo que sea el más listo de la
granja. Voy camino al pueblo Melo, al volver te saco de ahí.
Melo se quedó pensando que
Ambrosio era un conejito igual que él y se sentía muy feliz. Pensó: "Este
conejito es tan listo como yo. Me preguntó mi tamaño para saber cómo salvarme,
¡es que todos los conejitos somos muy listos!"
Mientras caminaba hacia el pueblo,
Ambrosio pensaba que Melo era un burro igual a él y se sentía muy feliz de
poder ayudarlo.
Pensó: "¡Qué burrito tan raro!
Cayó en un hoyo y no ha logrado salir todavía... no pide las cosas “por favor”
y además, se cree el más listo. Pero igual, por eso mismo ¡lo voy a
ayudar!"
Cuando Ambrosio venía de vuelta se
detuvo a rescatar a Melo. Lanzó una larga cuerda a la que Melo se sujetó y haló
de ella con mucha fuerza creyendo que era un pesado burro. Entonces… ¡plín! de
un solo tirón sacó a Melo de aquél hoyo.
Ambrosio se quedó sorprendido al
ver a Melo: ¡era un conejo!
Melo se quedó sorprendido al ver a
Ambrosio: ¡era un burro!
Pero Melo estaba tan contento de
salir del hueco que se olvidó de lo que pensaba de los burros y le dijo
emocionado:
-- ¡Amigo burro, me has salvado!
¡Ahora, tú eres el burro más listo de la granja!
FIN